martes, 20 de mayo de 2014

Capitulo III

M es una amiga en común que tengo con el ex. A M la conozco desde hace unos diez años. M vino a cenar un viernes y tomamos cerveza. Dos, para ser exacta. Tomamos cerveza, nos afectó más de la cuenta y yo le plantee: “¿No se te ocurrió, ahora que el ex está solo, decirle algo sobre mí? Un recordatorio de que existo, digamos”

No me acuerdo que me contestó. Sólo me acuerdo que mientras yo hacía nuditos de totora en una alfombra que estoy fabricando explotando mano de obra barata (entiéndase “amigas”), M sostenía con mucho entusiasmo su celular entre sus dos manos. 

M le estaba escribiendo a el ex en ese preciso instante. Leía en voz alta mientras escribía: 

-¡Nos tenemos que ver! Podes venir ahora a lo de jota o coordinamos para otro día.
-¿Dónde queda?
-A diez cuadras.
-Bueno,  me baño y voy.

Salté, me reí y di varias vueltas alrededor de la mesa, otra vez. En esta ocasión también abracé, bese y vanaglorié a M por lo que sin casi esfuerzo había logrado. 

El ex en mi casa.

Suelo ser una persona que se toma con mucha calma y paciencia todo lo que hace. Desayuno durante treinta minutos. Me levanto de la cama en quince. Me baño en veinte. 
Ese viernes me bañé, me cambié, me sequé el pelo y me maquille en diez. 


No, no hice todo eso para estar hecha una perra sexy cuando el ex llegue. Para nada. 
Sólo que después de dos días sin bañarse…
…hay que bañarse.


El encuentro fue extraño. Podría decir que me desilusionó un poco; un poco bastante quizás. Por una parte, tan sólo lo escuchaba hablar y podía recordar porque el ex me gustaba tanto. Pero, por otra, faltaba la magia. Faltaba lo indescriptible: ese encantamiento que hacía que cada minuto con él resulte memorable.

De todas formas, se podría decir que rompimos el hielo, o al menos eso creo. De esta noche voy a recordar que se quejó indirectamente de que estaba escuchando Bossa Nova y que cuando el ex se fue encontré un disco de Aretha Franklin muy lindo y que me salió la posición de El Cuervo haciendo yoga. 

Si el ex pierde la magia yo pierdo las ilusiones.

Pensemos mejor que era porque no estábamos solos. Sí, fue por eso. Estoy segura. 


***


Hace una semana que no veo a N. Me escribió ayer para vernos y yo ya tenía planes. "¡Páselo lindo con sus amigas entonces, besos!" me escribió. Hoy me levanté, puse a calentar la pava, unté con miel unas galletas de arroz y me senté a desayunar. Como es costumbre, agarre el celular y chusmee facebook y twitter y chequee los mails. Había un mail de N desde su cuenta del trabajo. Extraño.

N me contaba de modo sumamente trágico que la esposa había leído la charla del día anterior porque se olvidó de borrarla. 


Estos hechos sólo ratifican mi idea de que los hombres
no-saben-tener-amantes.

Y bueno, muchas otras cosas también trágicas: “perdón” “vos no tenes nada que ver” “no me arrepiento para nada” “actué como un pendejo”. Y más bla, bla, bla. Lo único que podía hacer desde mi posición era decirle  "chau, chau" al único hombre que estaba frecuentando mis sábanas. 
La charla que mi querida compañera de hombre había leído decía algunas pavaditas como:

-Fui a la playa a meterme unas horas, estaba hermosa el agua.
-¿Cómo yo?
-No, no tanto como usted!
-¿Qué haces hoy?
-Me junto con mis amigas. ¿Qué, estás solo?
-Hoy casi todo el día, el lunes y el martes completamente solo.

La compañera de hombre es abogada y scout. Viaja muy seguido por eso, o sea, por razones de scout. Ella viaja y N viene a casa. O al menos eso solía hacer. Me acosté imaginando la rabia de la compañera de hombre al saber que mientras ella se iba él informaba a modo de soldado su libertad condicional. Me podía imaginar el enorme rechazo  estaba sintiendo por mí, por esa amante que estaba provocando un derrumbe en la construcción de su matrimonio. 

Lo que quizás ellos no sabrían jamás, es que esa amante no provoco ningún derrumbe. Quizás, sólo quizás, hizo visible un derrumbe anterior.

  Me acosté con un fuerte presentimiento de que, de alguna forma,la compañera de hombre iba a encontrar la manera de hablarme o escribirme.


***

Me levanté con mi mejor cara de Domingo. Claro está que eso de “mejor cara” no hace referencia a una linda cara, en lo absoluto; mi cara de domingo es eso-que-mejor-no-querés-ver. Mate va, galletas de arroz vienen, chusmeo nuevamente el celular y ahí estaba. La compañera de hombre, con ese nombre real que tiene que te obliga a no tomarla en serio, con una foto de perfil de una jirafa, escribiéndome por facebook. 


Sí, qué tal, veo que me encontraste. Soy la amante, un gusto.


La compañera de hombre quería mi número, quería llamarme y hablar conmigo y que no me asuste, “no soy una loca, soy una mina grande”, según sus palabras. Entre en una mini-crisis de nervios en la cual sentía que la compañera de hombre podía verme ahí, sentada, agarrándome el pelo con las manos, mordiéndome los labios, comenzando a transpirar. Sí, sé que el Facebook no llega hasta ese punto de espionaje pero en fin, era como me sentía.
No sabía que hacer. Pensé, pensé y se me ocurrió que N podía estar en el trabajo y ahí podía hablar con él. Llame a E, una de las pocas amigas que conocí trabajando y que aún continua siendo torturada por ese lugar. Le conté rápido lo que había pasado, se acercó a N, “es un llamado urgente” y le pasó el teléfono. 

Sí, admito que entre los nervios que sentía y el “es un llamado urgente” me sentí una plena protagonista de una película de amantes, de esas  que terminan en caos, en un enorme y completo caos. En ese instante también me acordé de aquella oportunidad en la que mi hermana me dijo que no siga con esta rara relación de segunda mano; para ser más implícita: “Mira si la mina se entera… ¿no te enteraste de ese caso que la mujer le escribió con aerosol toda la casa a la amante del tipo?”

Sí, me podía imaginar las queridas paredes blancas de mi edificio escritas con aerosol rojo (no sé porque rojo)


N me pregunto como estaba, le dije bienbahnotantoenrealidadmeescribiotuesposa. Sí, así, rápidamente y llena de nervios en busca de que N, justo, quien poco gran uso tiene de la terapia de las palabras, me de una respuesta que me tranquilice. 
Me dijo que no le contestara ni me preocupara, él lo iba a manejar. 

Me pasé el día pensando en el tema. ¿Vieron esos libros en los que podes elegir el final? Bueno, pensé más de cien finales distintos para esto. Hay algo bastante raro (y digno de análisis psiquiátrico) en mí… Jamás desee que se separaran por mi culpa, eso está claro. Pero, de todos modos, sentí que quizás por esta situación ambos se darían cuenta de que algo no está bien; de que ser infelices juntos no está bien. Después caí en la cuenta de que si eran infelices,  se separaban o si continuaban hasta el fin de sus vidas juntos, no tenía que relacionarse en lo absoluto conmigo. 

La verdad es que me cuesta comprender que teniendo todos sólo una vida…
…algunos elijan vivirla así. 


***

Después de unos días y dejando de lado la idea de no meterme tanto en el tema, le escribí un mail (al trabajo, claro) a N para ver cómo iba todo. Me dijo que obviamente no le mencionó a ella que sabía que me había escrito y ella tampoco lo hizo. Mentira a mi favor: oops, nunca recibí el mensaje…
Todo estaba un poco más tranquilo aunque ella estaba muy enojada. “La estoy remando en dulce de leche, pero bueno, es lo que me toca” me escribió. En ese momento quise suponer que simplemente había implementado mal la frase. “Es lo que me toca” la usas para las desgracias del destino, para aquello en lo que vos no tenes nada que ver. “Es lo que me toca”, mi querido N, no la podes usar vos. Después de todo, resistirse siempre fue una opción disponible entre tus posibilidades. 

Con el paso de los días seguí intercambiando algún que otro e-mail con N, sólo por diversión. Repentinamente él ya no se mostraba en lo absoluto preocupado por el abismo en el que se encontraba respecto a su relación así que hablamos de otros temas, incluso de sus ganas de darme un beso. Me sorprendió, mucho. Es algo como lo siguiente: se te rompió un arito, lo pegas, y al instante te lo volves a poner. Sí, tonta, se va a despegar. 

De todas formas en el caso del arito basta con esperar unas horas y ahí sí, ya te lo podes volver a poner. En el caso de N creo que lo ideal hubiera sido que vea que su matrimonio no es inmune y que si, se puede romper, como ese arito.  

Aclaración: si terminaron de leer ese párrafo y no le encontraron sentido a la comparación, no se preocupen.
Creo que yo tampoco.

N podía interpretar mi respuesta como un chiste o como una gran verdad…
“Vos preocupate por seguir remando en tu dulce de leche y quizás, en otra vida, me puedas dar los besos que me guardas”
El subconsciente de N prefirió interpretarlo como la primera opción…

¿Qué hay que hacer para que los hombres se den cuenta cuando hablo en serio y cuando no? ¿Darles un curso, quizás?

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