miércoles, 2 de julio de 2014

Capitulo XIV: me niego a publicar un Capitulo XIII


Mi "sí, voy a ir a la fiesta" resulto ser una mentira in-intencionada ya que aquel sábado, sin transporte ni ganas de caminar tres kilómetros, me decidí por no ir. Aquel sábado me desperté entusiasmada pensando que mi situación -la cual se resume en "no trabajo, no casa, no auto"- se iba a transformar en "no trabajo/casa"; claro, si tenía algo de suerte. Fui caminando hasta la casa de dos amigos (marplatenses, como para sentirme como en casa) y una chica iba a pasar a mostrarme un auto que estaban vendiendo. El hecho de que haya decidido solucionar la parte del auto primero creo que se debe a que dependía completamente de alguien que supiera algo acerca de mecánica.

 Simplificado: dependía completamente de un hombre, sea quien fuere. 

Llegué cerca de las 5 pm y los chicos estaban tomando cervezas desde hace varias horas tirados en un viejo sillón afuera de la casa. Volviéndose irresistible la situación de pleno relax me sume a su estado chill out agregándole algo lindo para fumar, compartir y relajar aún más...

Al poco rato llego la chica para mostrarme el auto. Mis amigos chequearon todo en general y me dijeron que estaba muy bien así que sentí que algo, alguito, estaba encaminado en mi vida. Maneje algunas vueltas manzanas con el novio de la chica para "ver qué tal". Admito que durante los minutos que duraron esas vueltas me pregunte cientos de veces si realmente sería capaz de manejar del otro lado, en un auto automático y en un país tan particular. 

Cerramos el trato en un número muy favorecedor y quedamos en vernos el lunes siguiente. Para aquel momento en que se fueron ya era algo tarde y me empecé a preguntar cómo iba a ir a la fiesta.

 No hace mucha falta aclarar que me había olvidado completamente de la fiesta. 

Compartimos otro "feliz" con uno de los chicos y de ahí en más, como siempre sucede, todo se ve un poco nublado. Entramos porque hacia mucho, mucho frío (o así yo lo sentía) y mientras yo temblaba sentada en una silla uno de mis amigos me preparo un hot chocolate que acompañe con galletitas. El otro de los chicos se había acostado en su cuarto hace más de una hora y cayó en un sueño profundísimo. M, "el despierto" se sentó al lado mío y me propuso las siguientes opciones: seguir tomando cervezas; ir a un bar; o sumarse a la siesta y convertirla en comunitaria.

Segundos más tardes estábamos los tres acostados en una cama matrimonial, muy, muy volados. 

Intenté dormirme pero no sólo no tenía mucho acolchado ya que los chicos se lo habían adueñado, sino que también  pensaba aún en la fiesta y en lo ya ready for bed que estaba; lo cual, claro, no ayudaba en lo absoluto  mi predisposición de ir. Me levante al poco rato y me despedí de los chicos. Me aseguraron que se iban a levantar listos para salir y seguir disfrutando la noche. Me reí por dentro y salí de la casa. El camino se me hizo insoportablemente frío. Salir del calor de la cama para entrar al frío de la realidad es como que te rompan el corazón.

Bueno, al menos eso creo...¿no?

Cuando finalmente llegue di algunas vueltas en círculo dentro de la habitación pensando que iba a hacer. Le había comentado a G que no tenía modo de ir y me dijo textualmente: "Está difícil para conseguir carruaje para la princesa". Me molesto y aquel simple mensaje se transformo en una razón más por las cuales no ir. Le pedí perdón y le dije que me iba a quedar en la casa. Me contesto que estaba bien, que me entendía pero que nos teníamos que ver al día siguiente. 

- ¿Tenemos?
- Bueno, "podríamos". Sabes que no me gusta obligar. 
- Mejor lo hago yo que me sale bien...Mañana nos vamos a ver, ¿me escuchaste?
- Sí. Y me gusta.

Me dormí después de comer casi un paquete de galletitas entero. El fuerte deseo que sentía por ver a G me hacía sentir completamente instintiva, salvaje. Sabía que cuando finalmente nos encontremos anywhere poco íbamos a lograr estar separados. Si hubiera podido elegir, hubiera elegido chasquear los dedos y encontrarme mágicamente en su cama arrastrando las manos con una suave presión sobre su espalda mientras él me sujeta fuertemente por debajo de las costillas...

Quizás también hubiera elegido no ser tan increíblemente calentona, claro. Pero ese es otro asunto.

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