domingo, 26 de octubre de 2014

Capítulo XVI

Si existiese algún grupo de autoayuda para la gente desempleada en esta ciudad juro que yo iría. Repartí algunos curriculums por distintas agencias manejando mi nuevo autito, el jota-car, y muchas de ellas alegaron "tener sólo trabajos para hombre". 

Perdón... no se si viste los músculos en mis brazos. Mira, por Dios.

Me sentía con un leve exceso de tiempo libre. Tanto tiempo libre era el que tenía que me hacia tratamientos en el pelo (estaba sufriendo la caída masiva de mi pelo hace unas semanas y estaba aterrada); me depilaba las cejas y me encremaba las piernas constantemente. 

¿Qué puede hacer una persona de mi tipo en esos momentos? Escribir. Hacerlo sumergiéndose en las profundidades del mar de las palabras. Escribir hasta el cansancio.

Escribir hasta convertirse en papel...

***

Acabo de leer "No te salves" de Mario Benedetti. Me acabo de enamorar; un orgasmo de sonidos y palabras.

***

Cuando escribís durante muchas horas no te queda otra opción que comenzar a pensar de forma drástica y dramática. Salí a fumar un cigarrillo al patio de la casa y de pronto pensé en escribir un papel y guardarlo. Un papel que dijera nada más y nada menos que si lo encuentran, por favor hagan libro mis palabras.

Temblé un poco al imaginar aquel momento en que alguien encontrase ese papel; temblé ante mi futura ausencia. Apagué el cigarrillo y volví a entrar. 

Ahora ya lo saben y no va a hacer falta escribir ese papel así que si el papel no existe nadie lo va a encontrar y si nadie lo encuentra yo nunca me voy a ir.



***


Ahí estaba yo desnuda sobre su cama. El estaba arriba mío y negó mi ofrecimiento de cambiar de posición. Las cosas no comenzaron a andar bien desde ese momento, a ver: ¿qué hombre se niega a que la mujer este arriba?. Claramente el por qué yo realmente quería ir arriba no radicaba en no hacerlo trabajar tanto ni nada parecido, sino porque es mi lugar.

 Necesito dominar la situación,¡a ver! ¿Es que todavía no te diste cuenta?

Después de varios (hágase hincapié en "varios") minutos de sexo-casi-divertido G se acostó al lado mío.

 Lo había pasado a buscar temprano en el auto para ir a un parque. En verdad iba a ir a tomar mates con una chica y como me di cuenta que no tenía su número para mandarle un mensaje, le mande a G. 

El hecho de que yo había sido quien cruzo el río para encontrarnos la última vez que lo había visto resonaba en mi mente. No quería ser yo quien lo cruzara otra vez. No lo quería pero su posición sedentaria ante la posibilidad de que él cruce a mi lado del río me desesperaba. Me enervaba hasta niveles inimaginales así que corría su lado del río, le pegaba y volvía corriendo al mío.

Eso es metaforizando lo del río, claro, ¿no?

G me comenzó a "regañar" por no tener trabajo, ni casa ni querer trabajar en un puesto que el me ofrecía. El puesto no era nada más y nada menos que "meterse" abajo de casas en un espacio mínimo para remover una arenilla producida por el terremoto.

No way.

La mirada de G es como un espejo tapado con una lona. No puedo ver nada a través de sus ojos. Sus ojos, más bien, no transmiten nada. 

Le dije indirectamente y no-en serio que debería anotarme en algún curso para leer las miradas y, de pronto, me comenzó a regañar nuevamente. G me decía que no había forma de leer la mirada solamente porque formaba parte de un todo; que sí uno aprendía a leer la mirada tenía que aprender a leer las manos, la boca, las piernas y los dedos. Hablo por casi 5 minutos sin parar exponiendo sus diferentes argumentos. Lo miré fijo durante todo su monólogo hasta que finalmente paró. Le dije con mucha calma y paciencia que a mi me interesaba estudiar simple y únicamente los ojos porque a través de la mirada se puede ver hacia más adentro. 

¿Y por qué no podía ver adentro de él? Me pregunto si acaso se ocupaba muy bien de ocultarlo o más bien...no había nada que ver.

Cerramos aquel tópico y creo recordar haber peleado una o dos veces más. Cada tema de conversación que nos oponía en dos extremos opuestos se sumaba a mi lista mental de "cosas que no comparto con G". Y sí, iba ya juntando muchos realmente pero así y todo, la adrenalina y la tensión que presenta una pelea con un hombre tienen algo que me atrae infinitamente. 

Volvimos al auto y manejé hasta su casa. Entre para ir al baño y finalmente me quede algunas horas. Nos sentamos en un sillón del living y escuchamos algunos temas. Algunos de él y algunos míos. Descubrimos que había una banda que nos gustaba a los dos y me emocioné. ¡Por fin, algo!

G tiene algo en particular que me resulta muy, muy extraño. Estando quieto lejos o cerca mío a veces se me abalanza con un beso de esos de te-como-toda-la-boca, me aprieta fuerte la cintura y las caderas y después se aleja, mira para otra parte bajando la cabeza y me devuelve la mirada como asustado. 

Si pudieron ser capaces de imaginar ese proceso supongo que me seguirán en la idea de que es raro.
Sí, definitivamente lo es. No hay dudas

Volviendo a la situación entre las sábanas. Por alguna razón que no recuerdo y mientras nos invadía el silencio de la habitación le dije algo-así-como-que me resulta fácil "sacarle la ficha" (perdón, pero no tiene sinónimos el concepto) a la gente y a él me era imposible. Le dije que tenía ganas de conocerlo y me preguntó por qué. Me quedé balbuceando palabras porque no sabía como expresar lo que queria decirle. 

Digo yo, ¿no? ¿No es algo normal querer conocer a la gente?

Creo no equivocarme al decir que G relaciono lo que dije con seguir juntos, comenzar una relación y atarnos de manos y pies con un cartel que diga "novios". La razón por la cual creo eso es porque automáticamente después de haberle dicho esto último me dijo que a él no le gustaban las relaciones. "No son para mí, simplemente no lo son".

Tenía un nudo en el estomago. Me quería ir. Quería chasquear los dedos e instantáneamente estar fuera de esa cama, vestida y sentada en mi auto. De repente en mi rostro se estaban comenzando a reflejar los principios del sentimiento de rechazo. Soy pésima para disimular el síndrome del rechazo. 

Síndrome de rechazo: patología que hace referencia a que, en cuestión de segundos y por una razón desconocida, el hombre que tenes al lado te comienza a generar desprecio.

- Si me queres conocer está bien. Preguntame lo que quieras
- Siempre que te pregunto algo no contestas. Te quedas en silencio.
- No, porque no lo hacías a modo de pregunta. Ahora sí, preguntame y te voy a contestar
- ¿Por qué sos tan raro?
- Sí, si...Soy raro, ya sé.

Silencio

- Preguntame algo más
- ...¿Me puedo ir?
- ...Sí

Busqué mi ropa por toda la habitación, temblando. Me vestí temblando. Lo saludé temblando. Temblé y temblé por diez minutos. Cuando me relaje prendí el motor y me fui para casa. Definitivamente no tenía razón alguna para quedarme en ese lugar.

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